Céline – Viaje al fin de la noche (V)

«Como sorpresa, fue morrocotuda. Era tan extraordinario lo que de pronto descubrimos a través de la bruma, que nos negamos a creerlo y luego, sin embargo, cuando nos encaramos con la realidad, por muy galeotes que fuésemos, nos echamos a reír al ver lo que se alzaba ante nosotros…

Imagínate que estaba en pie la ciudad, absolutamente erecta. Nueva York es una ciudad erecta. Habíamos visto muchas ciudades, nosotros, y muy hermosas, y puertos incluso muy renombrados. Pero en Francia, la verdad, las ciudades están echadas a la orilla del mar o a lo largo de los ríos, se estiran sobre el paisaje, esperan al viajero, mientras que aquella, la americana, no se desmayaba, no, se mantenía muy tiesa, que si quieres, nada amorosa, tiesa como para darte miedo.»

Viaje al fin de la noche (1932)
Louis Ferdinand Céline

Hace ya más de un año que volví de Nueva York.

Fue uno de mis momentos vitales. Supongo que todo el mundo tiene de esos, pequeños o grandes surcos en la memoria donde todo lo demás se agolpa revuelto a su alrededor. Pues los míos coinciden siempre con los viajes.

De pequeño yo tenía un poster del skyline de Nueva York en la habitación. Fue el primer elemento decorativo que elegí en mi vida. También leía libros, muchos y de forma bastante errática, casi con afán de acumulación; pero lo que con más atención hacía era mirar mapas. Tanto que en el plano teórico puedo asegurar que me sé el mundo de memoria. Friki que he salido.

Fui en autobús a Amsterdam -sí, autobús Pamplona-Amsterdam, ¿a que duele?- con sólo 16 años. A las horas, en un momento dado, me di cuenta de que cada kilómetro que avanzaba por la carretera suponía un kilómetro más lejos de casa de lo que nunca antes había estado. Era como si estuviera estirando una goma para darle holgura: mi radio de acción sobre el centro pamplonés se ampliaba. Y yo, sorprendentemente, me sentía más fuerte.

Luego vi Europa. Y luego crucé el océano. Y cada vez me sentía más fuerte. Viajes y viajes que son como postes en mi memoria, esos agarraderos mediante los cuales organizo mi mundo. Pero se me resistía Nueva York.

Por fin, el año pasado, me lié la manta a la cabeza, cogí un avión, una cama en un hostel en Harlem, y salté al vacío. Así conocí Nueva York y sobreviví a ella.

Poco después comencé a escribir un blog que acaba de cumplir un año.

Pronto, espero, podré enseñar el diario que escribí desde la capital del mundo.

 

Parte I – Sobre la guerra
Parte II – Sobre los jefes
Parte III – Sobre la corrección política
Parte IV – Sobre la botánica
Parte V – Sobre Nueva York

14 Respuestas a “Céline – Viaje al fin de la noche (V)

  1. Eso si que es un viaje autobusero.

    Me gusta

  2. Ya nos contarás cuando sigues con los demás continentes, si seguirás por la A, o te decidirás por la O, que es la única que te queda.

    Me gusta

  3. ¿Mapas? Léete El Danubio, de Claudio Magris, es un libro fascinante

    Me gusta

  4. Supersalva: un viaje autobusero de 24 horas de ida y 24 de vuelta. Eso sí, fue fantástico porque, con aquella edad, la economía no daba para muchas alegrías.Anina: espero seguir con las A's, terminar de ver cosas de la E y, por qué no, aventurarme un día con la O. Ahora mismo sueño con Japón y Roma. Lo iré contando, seguro.Madame: Gracias por la recomendación. Apunto a la lista eterna pero confieso que me ha picado mucho la curiosidad.

    Me gusta

  5. Hola Zeberio.-Yo recuerdo un viaje hasta Venecia en bus de jovencito, también excitante y largo como un día sin pan.¿Y los viajes interiores a zonas extrañas del alma? Grande Céline, aunque no tanto como Miller, ¿ein?

    Me gusta

  6. Mmmmm, me parece aventurado compararlos, sobre todo por la distancia que hay entre ambos. No me gusta hacer escalas de grandeza, pero si tuviera que hacerlo, sin duda colocaría a Céline por encima de Miller.

    Me gusta

  7. Pues yo espero poderlo leer, cómo no. Y a propósito de tu entrada anterior sobre los premios, te felicito por tu buen perder y porque seguro que alguna vez darás con la tecla y comenzarán a lloverte premios. Segurísimo. Estás a punto

    Me gusta

  8. Viajes en bus:Con 16 Años: Madrid-Londres. Londres-Madrid, Más de 30 horas cada viaje.Con 17 Años:Lo mismo, no sé muy bien por qué.Bueno sí, que no existían las compañías Low Cost y aún no había perdido las esperanzas de aprender inglés.

    Me gusta

  9. Muy bonito post, pero fijaté tú, que no sé porqué, no me llama visitar los Estados Unidos, además me da pánico meterme en un avión durante más de 4 horas, con lo cual, ya sé, que mis posibilidades de ver mundo se ven muy limitadas, pero… ¿qué le vamos a hacer?Un abrazo.

    Me gusta

  10. Buena idea el de Nueva York, pero yo al menos prefiero comodidad antes que ir a la deriva.

    Me gusta

  11. Pingback: Céline – Viaje al fin de la noche (II) | Vividor de otras vidas

  12. Pingback: Céline – Viaje al fin de la noche (I) | Vividor de otras vidas

  13. Pingback: Céline – Viaje al fin de la noche (IV) | Vividor de otras vidas

  14. Pingback: Céline – Viaje al fin de la noche (III) | Vividor de otras vidas

Si dejas un comentario el post mejora muchísimo