José Luis Sampedro – Una buena definición de ternura

«Las ciudades, para el viejo, han sido siempre un embudo cazahombres donde acechan al pobre los funcionarios, los policías, los terratenientes, los mercaderes y demás parásitos.»

La sonrisa etrusca (1980)
José Luis Sampedro

José Luis Sampedro, delicioso, me ha acompañado en los escasos viajes de autobús que estoy haciendo este año. Escasos, digo, porque la lluvia me está permitiendo amortizar mi bici, con lo cual consigo mantener en cierta forma mi cuerpo -que comienza a combar bajo los efectos de las comilonas de principio de curso- mientras esquivo abuelos asesinos, viandantes despistados y muchedumbres de adolescentes enfervorecidos a la salida de sus institutos. Esta extraña suerte atmosférica no sólo me permite ir en bici a todos los lados, sino que también me evita la lectura en los autobuses llenos de vaho y olores que, en el crudo invierno pamplonés, configuran un mejorable hábitat literario.

Pero dejemos de hablar de mí, y pasemos a hablar de mi libro. Del libro de Sampedro, quiero decir. Al margen de tópicos, que los hay y muchos, La sonrisa etrusca cuenta con los suficientes hallazgos como para recomendar su lectura. De hecho, quien me hizo lanzarme a él sólo pudo comentar: «¡Qué bonito!», y cuando le pregunté por qué era tan bonito, añadió: «¡Ay!, ¡qué bonito!». Ante tan encarecida reseña, que venía de una persona con mucho y muy trabajado bagaje lector, no tuve más remedio que probar fortuna con la historia.

Allí me encontré con el Zío Roncone, un partisano del sur de Italia que, en sus últimos años, acaba yendo a vivir a casa de su hijo en Milán. Su nuera es la mujer ideal: una eficaz y agresiva mujer moderna, de alta posición social, con ambición, una carrera profesional creciente, ideas claras y fuerza para llevarlas a cabo. Vamos, alguien harto desagradable que, más vale, conforme avanza el libro va matizando su gilipollez para tornarse algo -poco- más amable. Pero por encima de todo el abuelo se encuentra con el nieto, ese pequeño animal de compañía que extraerá del rudo Roncone toda la ternura que ni él sabía que guardaba.

««Me hubiera gustado tanto llegar a verte mozo, valiente, bien plantado y comiéndote con los ojos las mujeres… ¡Me hubiera gustado tanto!»

En ese instante, el milagro. Los ojitos se abren, negros, dos pozos inescrutables con el agua honda de una decisión. De súbito, como cuando el viejo se alzó contra la sombra inquietante, el cuerpecito se mueve, se destapa, deja caer al suelo dos piernecitas por encima de la barandilla y al pisar el suelo se yergue, se suelta de los barrotes, se vuelve hacia el abuelo sentado… ¡y da tres pasitos tambaleantes, él solo, hasta llegar a los viejos brazos conmovidos!

Brazos que le acogen, le estrechan, le apretujan, se reblandecen en torno a ese prodigio tibio, le mojan las mejillas con unas gotas saladas rodando sobre viejos labios temblorosos…

-¡Tus primeros pasitos! ¡Para mí! ¡Ya puedo…!

La felicidad, tan inmensa que le duele, anega sus palabras.»

Que no se espere nadie un texto arriesgado, ni revolucionario ni brutal; tampoco una visión novedosa del mundo. Se trata de la clásica historia del choque entre dos modos de vida: el básico y sangriento del pueblo contra el despersonalizado y estructurado de la ciudad. Y de dos edades: la de quien mira el pasado desde sus últimos días con quien acaba de llegar y le queda todo por hacer.

Este no es un libro para fardar en los locales más in de la ciudad -como sí lo era, evidentemente, Fuck America-, ni descubrir claves para desentrañar la nueva literatura. La sonrisa etrusca es un libro de los de siempre, de esas novelas que dejan buen sabor de boca sólo si se han escrito con un mínimo de cariño. Vamos, que este libro le gusta hasta a mi madre -quien, por cierto, lee mucho pero nada de lo que yo le recomiendo-.

3 Respuestas a “José Luis Sampedro – Una buena definición de ternura

  1. Es uno de los libros más hermosos y tiernos que he leído jamás. Sampedro se luce como literato y como economista. Respecto a esta última faceta suya esta tarde he tenido entre las manos uno de sus últimos libros y tengo ganas de hacerme con él. En cuanto a la primera es, como digo, uno de mis referentes literarios, sin duda alguna.Me alegra que nos traigas este libro a la memoria.Un saludo.

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  2. Ups, perdón… El "Press" no es ni más ni menos que "Homo libris" con una cuenta ajena que estaba en el equipo que he usado. :DSaludos.

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  3. Tomo nota. No he leído ficción de Sampedro pero sí un libro de conversaciones que tiene al alimón con Valentín Fuster (el mejor cardiólogo del mundo)que en definitiva es la charla entre dos humanistas. Otra delicia para las tardes de otoño. Como asistir a una tertulia con dos sabios serenos y amenos. Se la llama "La ciencia y la vida"; cualquier día me casco yo un post al respecto.

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